El Castillo de Himeji, famoso por su impecable fachada blanca, ha cautivado a personas de todo el mundo, ganándose el apodo de “Castillo de la Garza Blanca”. Sin embargo, detrás de su deslumbrante exterior se esconde la ingeniosa sabiduría del período Sengoku.
La torre principal de cinco pisos y siete niveles, sostenida por un colosal pilar central de 25 metros, está llena de mecanismos de defensa inteligentes y un diseño laberíntico. Desde empinadas escaleras hasta habitaciones ocultas como las musha-gakushi (escondites de guerreros) y pasajes de disparo llamados musha-bashiri, el castillo demuestra una impresionante variedad de estrategias defensivas.
El Castillo de Himeji, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993, pasó por una extensa restauración en 2015. Vamos a descubrir el encanto y la compleja arquitectura de la torre principal, desde el nivel subterráneo hasta la cima.
Con más de 400 años de historia, el Castillo de Himeji es un símbolo de la arquitectura japonesa. Su elegante apariencia le ha valido el nombre de “Castillo de la Garza Blanca”. Fue el primer sitio en Japón designado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993. Su torre principal se alza aproximadamente 46 metros de altura, rodeada por 83 estructuras magistralmente dispuestas. La imagen de la torre central flanqueada por torres menores al este, oeste y norte evoca la silueta de una garza blanca desplegando sus alas.
Entre 2009 y 2015, el castillo pasó por un importante proceso de restauración que realzó su esplendor. Ahora, como símbolo de la ciudad de Himeji en la prefectura de Hyogo, el castillo atrae a más de un millón de visitantes al año. Es especialmente popular durante la temporada de los cerezos en flor, cuando el castillo y los sakura crean un paisaje impresionante.
La torre principal del Castillo de Himeji, considerada la más hermosa de Japón, cuenta con una estructura de cinco pisos cubierta de elegante yeso blanco. La combinación de estética y funcionalidad defensiva representa lo mejor de la arquitectura de los castillos japoneses.
Desde el suelo, sus blancas paredes se elevan imponentes, con techos curvados en capas que realzan su majestuosidad. Los aleros con forma de pájaro y la estructura de yeso blanco resaltan la elegancia del castillo.
El interior refleja un diseño ingenioso basado en las estrategias defensivas del período Sengoku. El diseño laberíntico, las habitaciones ocultas y los múltiples elementos defensivos contrastan con la apariencia refinada del exterior. Como uno de los 12 castillos originales que aún se conservan en Japón, su fortaleza a lo largo de 400 años lo convierte en una joya arquitectónica invaluable.
Ahora, exploremos el interior de la torre principal.
El nivel subterráneo alberga estructuras esenciales para situaciones de asedio, como fregaderos y letrinas. Además, en esta planta pueden verse las bases de los enormes pilares centrales occidental y oriental, lo que permite apreciar su gran tamaño.
En la imagen, el pilar occidental es visible a la derecha. Este, junto con el pilar oriental, sostiene la torre principal de 6,000 toneladas a lo largo de 25 metros de altura.
El primer piso de la torre principal cuenta con una amplia cámara central rodeada por un corredor conocido como musha-bashiri (pasillo de los guerreros). En la parte superior de las paredes interiores, se instalaron estantes de bambú para almacenar arcabuces y municiones. Las ventanas de celosía incorporan placas de hierro para protección contra incendios y defensa. Además, una puerta reforzada que conecta el primer piso con Nino-Watari-Yagura está cubierta con planchas de hierro y asegurada con un pestillo de madera.
El musha-bashiri parece un pasillo ordinario, pero está estratégicamente ubicado a lo largo de las paredes exteriores, permitiendo a los defensores disparar arcabuces a través de las ventanas de celosía.
Los estantes de bambú se utilizaban para colgar bolsas con pólvora y balas.
El segundo piso tiene una distribución similar al primero, con una cámara central y un corredor circundante. Al igual que en el primer piso, los estantes de bambú se usaban para almacenar armas. Las escaleras cuentan con tapas abatibles que podían cerrarse en tiempos de guerra para dificultar el avance del enemigo. Además, pequeñas aberturas dentro del chidori-hafu (aleros en forma de chorlito) servían como rutas de escape hacia la torre menor occidental.
Aquí hay un estante diseñado para sostener armas como arcabuces, lanzas y arcos.
Aunque esta foto no es de la torre principal, sino de Ha-no-Watari-Yagura, se pueden encontrar estantes similares en todo el castillo.
El tercer piso se diferencia de los niveles inferiores por su techo más alto y las estructuras de celosía que rodean el área central. Los dos pilares principales, que se extienden desde el nivel subterráneo hasta el quinto piso, refuerzan la resistencia sísmica del castillo. En cada esquina, se construyeron cámaras ocultas llamadas musha-gakushi para realizar ataques sorpresa contra los invasores. Además, las plataformas ishiuchi-dana situadas en los lados norte y sur permitían a los defensores vigilar y atacar desde una posición elevada.
El cuarto piso tiene menos ventanas, lo que lo hace más oscuro en su interior. Se han construido plataformas elevadas llamadas ishiuchi-dana en los cuatro lados para proporcionar puntos estratégicos de vigilancia. A diferencia de los niveles inferiores, el cuarto y el quinto piso no están separados en distintas secciones y funcionan como espacios abiertos. También hay una escotilla de escape de emergencia en el chidori-hafu noroeste.
El quinto piso, estructuralmente ubicado dentro de la cuarta capa del castillo, tiene pocas ventanas, lo que lo hace un espacio poco iluminado. También conocido como el Gran Salón, este piso abarca aproximadamente 70 tatamis de tamaño y probablemente fue utilizado como centro de mando en tiempos de asedio. En cada esquina se encuentran habitaciones en forma de L llamadas irimuro, que podrían haber sido utilizadas como depósitos o refugios ocultos.
Las secciones superiores de los pilares centrales oriental y occidental también son visibles desde este nivel.
La escalera que conduce al último piso es especialmente empinada, por lo que se recomienda subir con precaución. Las escaleras empinadas eran una característica común en los castillos japoneses, diseñadas para dificultar el avance de los enemigos.
El sexto piso, el nivel más alto de la torre principal, se diferencia de los demás por su techo de estilo shoin refinado. El suelo elevado en la zona central resalta la importancia de este espacio.
Originalmente, se planearon ventanas en las cuatro esquinas, pero fueron selladas por razones estructurales y defensivas. Los elegantes adornos de cobre utilizados para cubrir los clavos destacan el diseño especial del último piso.
En este nivel también se encuentra el santuario Osakabe, dedicado a la deidad guardiana del Castillo de Himeji.
Desde el último piso, los visitantes pueden disfrutar de una vista panorámica de la ciudad de Himeji.
En la parte inferior izquierda de la siguiente foto se puede ver el edificio de ladrillo rojo del Museo de Arte de Himeji. Originalmente, este edificio sirvió como arsenal para la antigua 10.ª División de Infantería.
Desde el nivel subterráneo hasta la cima, los visitantes pueden admirar la majestuosidad de los pilares centrales del castillo, que han sostenido esta imponente estructura durante más de 400 años. Estos pilares actúan como la columna vertebral del castillo, reflejando la maestría artesanal japonesa.
La restauración a gran escala completada en 2015 realzó aún más la belleza del castillo, haciendo que su yeso blanco brille con más intensidad. Los carpinteros expertos preservaron meticulosamente las técnicas tradicionales de construcción en madera, al tiempo que incorporaron tecnología antisísmica moderna, logrando una armoniosa combinación entre la sabiduría del pasado y los avances contemporáneos.
La mejor época para visitar el castillo es durante la floración de los cerezos, entre finales de marzo y principios de abril. La combinación de la torre principal con los cerezos en flor crea un paisaje espectacular. El otoño, de mediados a finales de noviembre, también es una época ideal para visitarlo, ya que el follaje dorado contrasta maravillosamente con las blancas paredes del castillo.
La vista desde el último piso varía según la hora del día. Por la mañana, los visitantes pueden disfrutar de una vista clara y fresca de Himeji, mientras que al atardecer, la torre principal se tiñe con los tonos cálidos del sol poniente. Sin duda, subir hasta la cima vale la pena.
Para disfrutar de la mejor experiencia, se recomienda usar calzado cómodo, ya que las escaleras del castillo son empinadas. Para evitar las multitudes, lo mejor es visitarlo justo después de la apertura a las 9:00 a. m. o por la tarde después de las 3:00 p. m. Dado que la torre principal tiene numerosos puntos de interés, se recomienda dedicar al menos 30 minutos para recorrerla.
La torre principal del Castillo de Himeji es un tesoro nacional que encarna la genialidad estratégica de los señores de la guerra del período Sengoku y la meticulosa artesanía de los artesanos japoneses. Sumérgete en su historia y belleza, y experimenta en primera persona la grandeza del castillo blanco más famoso de Japón.
