La lluvia va y viene. Bajo un cielo grisáceo, me encuentro de pie ante la entrada del Templo Byodoin. Con más de mil años de historia, el templo da la bienvenida a los visitantes con su presencia atemporal y serena.
Primero, dirijámonos a la recepción. Aquí comienza nuestro viaje en el tiempo hacia el período Heian.
Recibo mi boleto de entrada y un folleto—una invitación para adentrarme en un mundo que trasciende un milenio. La emoción crece.
Más allá de la recepción, una imponente puerta bermellón se alza ante mí—como un pasaje que conecta el período Heian con la actualidad.
Envuelta en la niebla matutina, el rojo de la puerta resplandece con aún más intensidad.
Al atravesar la puerta, un jardín cubierto de musgo húmedo se extiende ante mí. Durante siglos, innumerables personas han caminado por este mismo sendero, cautivadas por el mismo paisaje eterno.
Y finalmente, aparece ante mis ojos—el símbolo del Templo Byodoin, el Salón del Fénix.
Un Tesoro en la Tranquilidad – Dentro del Salón del Fénix
Compro un boleto especial para ingresar al interior del Salón del Fénix.
En la entrada situada a la derecha del Salón del Fénix, espero la indicación del personal. No está permitido entrar por cuenta propia, así que espero pacientemente mi turno.
Cerca se encuentra un enrejado de glicinas. La mejor época para ver las glicinas del Templo Byodoin en plena floración es desde finales de abril hasta principios de mayo. Cuando el enrejado entero se cubre con racimos de flores púrpuras, el espectáculo es realmente impresionante.
Los visitantes que entraron antes que yo regresan con expresiones de asombro y profunda reflexión.
Ahora es nuestro turno de adentrarnos en un espacio que ha perdurado por más de mil años.
Está prohibido tomar fotografías en el interior. Pero tal vez sea algo positivo. Sin la distracción de una cámara, puedo admirar con mis propios ojos el impresionante espectáculo que se despliega ante mí, grabándolo en mi memoria. La majestuosa estatua de Amida Nyorai, los antiguos murales—todo irradia una grandeza que trasciende las palabras.
Los 20 minutos de visita se sienten como un vistazo fugaz a otra era, un instante suspendido en el tiempo.
La Eterna Belleza del Salón del Fénix
El Templo Byodoin es sinónimo del Salón del Fénix. Incluso después de un milenio, su esplendor sigue cautivando los corazones.
A pesar del clima lluvioso, la humedad resalta aún más la intensidad del rojo bermellón.
En la cima del techo, las estatuas gemelas del fénix simbolizan la conexión del templo con la Tierra Pura. Debajo de ellas, la imponente estatua de Amida Nyorai ha custodiado este sagrado recinto durante un milenio con su mirada serena.
Un Refugio de Paz Eterna
La historia es algo que debemos preservar y transmitir a las futuras generaciones. Gracias a meticulosas restauraciones, el brillante bermellón del Salón del Fénix ha sido revivido con técnicas modernas, permitiéndonos contemplar su antiguo esplendor.
La estatua de Amida Nyorai, con su expresión serena y compasiva, nos recuerda que la paz trasciende el tiempo. Esta promesa eterna parece reflejarse en cada rincón de los jardines del templo.
El Templo Byodoin es un lugar verdaderamente mágico. Cada visita me reafirma esta sensación. El Salón del Fénix resplandece sobre el jardín silencioso, la venerada estatua del Buda en su interior, y el museo moderno que utiliza tecnología de vanguardia para mostrar el valor de los tesoros nacionales.
La armonía perfecta entre lo antiguo y lo nuevo—quizás sea un mensaje sutil para nosotros. Honrar el pasado mientras avanzamos hacia el futuro. Un santuario especial que nos ofrece esa enseñanza.